Metro de Madrid, sacando lo peor de cada uno

Hoy voy a abrir una serie de posts sobre un tema que, aparentemente es un poco tonto, pero que a mi me llama mucho la atención. Me refiero al metro de Madrid (desconozco si pasa en otros metros, aunque no me extrañaría). Pensaréis qué tontería, pues yo creo que da para hablar y escribir mucho. Y no me refiero a cómo funciona, a la limpieza o a los precios, aunque de esto también se podría hablar largo y tendido. Yo me quiero centrar en el comportamiento de la gente cuando viaja en metro.

De un tiempo a esta parte por razones de trabajo me ha tocado viajar bastante en metro. Normalmente tardo unos 50 minutos en ir y otros tanto en volver del trabajo. Durante ese tiempo da tiempo a ver muchas cosas. Unos van leyendo en su e-book, otros chateando, otros jugando con el móvil... A mi me gusta observar lo que pasa (eso no quita para que también haga las otras cosas, que conste :)).

Después de tanto viajar de un lado a otro y de recorrerme Madrid de una punta a la otra he llegado a una conclusión. El Metro saca lo peor de nosotros mismos. Mucho se ha hablado del comportamiento de los conductores y como cambia según se suben al coche. Pues son angelitos al lado de lo que te puedes encontrar en el Metro. Aunque hay muchos puntos que analizar, a mi el que más me aterroriza siempre es el comportamiento cuando hay un sitio libre en el vagón. Ya hablaremos otro día de las avalanchas por las escaleras, o las manadas de gente corriendo por los pasillos, o el gran tema del momento, los niños que no saben lo que es un auricular y se ponen a compartir su música con todo el vagón.

Cuando se libera un sitio en un vagón se produce un momento de calma chicha. Todos se observan, nadie da el primer paso, pero en cuanto uno mueve una pestaña allá que se lanzan todos a ver quien llega antes. He visto gente prepararse antes de entrar para correr y saltar al asiento como si hubiera estado preparando las olimpiadas. Es curiosa la competición que se da a veces entre personas mayores, a ver quien tiene más problemas o achaques y quien se merece más el asiento libre. El otro día observé estupefacto como dos señoras discutían a ver si una tenía que levantarse para dejarle sitio a la otra, la cual tenia un tobillo dolorido, o si se tenía que quedar sentada porque llevaba trabajando desde las 7 sin sentarse. A todo esto el resto del vagón haciéndose los locos como si con ellos no fuera. En esos casos se ve el mismo comportamiento que cuando  un profesor buscaba un voluntario, todos a mirar al suelo. Esto pasa incluso aunque la que entra sea una embarazada y haya unos asientos reservados para ellas o personas mayores. Nadie se mueve. Este tema de los asientos reservados merece mención a parte. Es increíble que a estas alturas haga falta reservar asientos para que estas personas se puedan sentar. Si no, se arriesgan a que nadie sea capaz de cederles el asiento. 

Si lo pensáis, veréis que es más habitual lo que digo de lo que parece. No nos costaría nada ser un poco más corteses de vez en cuando, nadie se ha muerto aun de ir de pie incluso es mejor para la circulación. Si total en un rato, que el Metro de Madrid vuela :)

Continuara...

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